jueves, 31 de mayo de 2018

Retrato en Tonos Pastel. La Otra Mirada: Capítulo 3



Llega el Baile de Otoño que le da la oportunidad a Roberta de caer en inconsistencias. Quien pagará los platos rotos será Angela que acaba de descubrir algo alarmante sobre si misma. Teresa y Paula insisten en la importancia del desahogo verbal de la mujer, pero la pobre Angela decide ejercer su derecho a enojarse en el peor momento.

Cada capítulo de “La Otra Mirada” ha estado enfocado en una maestra en especial. Esta vez le toca el turno a Angela. Conocemos a su familia, a sus cinco hijos (todos varones)  y a David, el marido. Guapo, simpático, cariñoso, comprensivo (deja que la mujer trabaje), la ayuda a amarrarse el corse,  y algo sorprendente en el marido español de aquel entonces, como ve a su mujer atareada, él viste y arregla a su prole.

Voy a dar un pequeño spoiler, porque la audiencia ya se ha quejado que la costumbre de la serie de dar información con cuentagotas lo que dilata el desarrollo de personajes. David está en la facultad preparándose para ser maestro. Entretanto , y mientras Angela trae el pan a la casa, el marido es Mr. Mom ocupándose de la comida y de los niños. Aunque parezca increíble e sin precedente en esa España no es totalmente inconcebible.

¿Para qué se han emperifollado tanto Angela y su familia en este día?  Pues para cumplir un requisito de moda en la burguesía española de entonces. Ir a posar por un retrato. La sorpresa es que al llegar al atelier del retratista, descubren que se trata de una mujer bastante guapa (noten el respingo de la maestra cuando Paula le pide disculpas a David por no saludarlo). Paula les cuenta que una vez soñó con pintar en serio, pero que las necesidades de la vida la han convertido en retratista.

Paula nota que Angela no está cómoda, eso la complica como artista. Le pide que venga a verla a solas, que tal vez ahí pueda bosquejarla con propiedad. Será en esa visita privada que la pintora advierta cuán tensa está su modelo. Angela tiene razones para estar tensa. Manuelita la ha puesto a cargo del Baile de Otoño, que pronto nos enteramos es una ocasión importantísima. Angela teme  no dar la talla y más encima Teresa no ayuda. 

Teresa , en este caso,  no da consejos, ni siquiera ofrece cambios como la acusó Luisa, solo se queja contra todo . Censura el baile por ser  es una ocasión creada para placer de los invitados y no para placer de las chicas. Bueno, entonces invéntese otra ocasión para que las chicas lo pasen mejor.
También se queja de que las chicas tengan que invitar parejas. ¿Qué tal si quieren ir solas? Ahí si estamos de acuerdo, sobre todo porque como vemos en el caso de Margarita no le resulta fácil invitar chicos  ni con Álvaro Peralta ni con Rafita al que Roberta no quiere ni ver. 

Al final tanto Margarita como Flavia fueron solas, entonces no sé porque Teresa hizo tanto tururú sobre él hecho. Son pequeñas patinadas del libreto. También la de pantalones se queja que a lo mejor las chicas no quieren ponerse vestido de baile. Bueno es como decir que quiero nadar con ropa de calle o ir a esquiar con minifalda y sandalias. Puedo hacerlo, pero …¿para qué?

El caso es que Angela está super estresada. Paula para desestresarla se la lleva a una pastelería y luego a pasear por la ribera del rio. A pesar de que Angela se llena la boca con el gran marido y los cinco hijos que tiene , Paula nota que no es feliz. Es cierto. Tener cinco críos aullando en la casa debe ser para tirarse por la ventana. Eso se soluciona con un poco de ayuda ajena, pero parece que Angela no tiene parientas que le echen una mano y obvio no tienen para nana. Si fueran ricos, Angela no trabajaría. (curioso que si tengan  para retrato familiar. Las prioridades…) Y francamente, Angela trabaja por necesidad porque detesta un empleo que le exige reprimirse más que en su casa.

Paula advierte en el dolor del costado de la maestra o un problema cardiaco o una ulcera que nacería de su represión. Le pide a Angela que grite. Así a lo Sally Bowles en” Cabaret”. Al principio renuente, Angela pronto se libera dando chillidos. Yo casi sin voz no le encuentro chiste al gritar, pero si conozco el desahogo de una buena llantina.

Angela vuelve a la escuela más recuperada, y decide hacer algunos cambios tal como traer una orquesta de jazz para el baile.  Bajo consejo de Teresa, modifica el menú, helado y merengues en vez de rosquillas.

Deciden levantarle el castigo a Roberta para que no se pierda tan magno evento. Roberta les dice que no quiere. ¿Como estas maestras  no notan que desde el episodio de la borrachera, Roberta anda rarísima? La misma Teresa usa la negativa de la alumna como señal de que a las niñas el baile les importa un pepino.

Aparece Rafita en la academia y a la cabeza de sus hermanos (no se mueven sino en grupo). Le pide perdón formalmente a Manuelita y suplica que levanten el castigo a la novia. Angela y Manuela son buenas tapaderas y no le cuentan que ya no hay castigo. Angela sube a pedirle a Roberta que baje a hablar con el novio. Roberta,  sin preguntar si la han delatado,  comienza con la cantaleta de “no se metan en mi vida”.  Luego dice que ha peleado con Rafita .

Flavia también está con ganas de no ir. Enrique no viene y no puede ir con Tomás. Se le ocurre una idea y recluta a Candela, la del buen corazón. Candela convence a Tomas que la invite a ella. Solo cuando el ingenuo cae en que todo es idea de Flavia, acepta. “Tanta planta y tan pocas luces” dice Candela.

Teresa da una clase de historia de arte en la que intenta demostrar que el arte clásico siempre muestra mujeres compuestas, “nunca sobrepasadas”.  La idea de los libretistas es yuxtaponer escenas de esa clase con la de etiqueta de Angela donde les impone a las niñas la necesidad de una actitud perfecta, sin malas caras durante el baile. Teresa está en contra del gran peso que llevan las mujeres que siempre deben aparecer serenas, contentas con su vida y ser las mejores, las más guapas etc.

Por supuesto que estoy con Teresa, es un peso injusto e insoportable, pero no me gusta ni como expresa sus ideas ni los ejemplos que utiliza. Al final suena tan falsa como esos afiches que,  hasta el día de hoy,  decoran calles y medios inculcándonos que  debemos medir tanto, pesar tanto, vernos guapísimas, etc.

Teresa ejemplariza su teoría de que el arte clásico muestra mujeres sumisas con dos retratos:  “La Encajera” de Vermeer y un retrato de Catalina de Aragón. Primero, que como Tudormaniaca, me rehusó a ver a mi Doña Catita como sumisa. Sobre todo porque las chicas se quedan con la idea de que Catalina no podía abandonar a Enrique. ¿Perdón? Catalina precisamente por lo que luchó fue para que Enrique no la dejara. Las máximas de Teresa son como lo ha llamado un crítico ”un discurso feminista impostado”.

Es un poco injusto acusar al arte clásico de perpetuar reglas patriarcales de sumisión y autocontrol. ¿Qué tal la Medusa de Caravaggio, o su Magdalena penitente, o cualquier representación de las mujeres de la Pasión?  Son cuadros donde aparecen mujeres enojadas, desoladas, desastradas. 


Medusa iracunda

Magdalena triste y despeinada

Las mujeres de la Pasión en crisis de llanto

Además hay cierto doble standard, porque recientemente la Galería de Arte de Manchester hizo retirar un cuadro pre-Rafaelita porque el representar mujeres lujuriosas y acosadoras daba un mal rostro a la imagen femenina. El icono de la pintura feminista, Frida Kahlo siempre se pintó serena, casi con una tiesura manierista. Pero lo importante, es que Teresa les ha dicho a las chicas (tal como Paula a Angela) que está bien descontrolarse, perder los estribos, gritar,  si es necesario.

Una noche, Teresa toma el fresco en las calles de Sevilla. Al pasar adelante de una taberna, le sale el coro de parroquianos que la llaman “monumento”. Eso no esta mal, pero los groseros se le acercan , la rodean, le lanzan tufo en la cara. La maestra,  muy precisa,  le recuerda que no ha hecho nada por llamar su atención.  “Ni te he mirado”. Del bar sale un hombre que dispersa a los moscos. Lo reconozco, es Nildo de la fiesta de la embajada en Lisboa. Teresa no lo reconoce, pero le reprocha sus amistades.

Nildo reconoce que los del bar no se han portado muy respetuosos. Cierto, si se supone que un hombre de bien  debe ser respetuoso con una dama ¿por qué agreden a Teresa? Obviamente ni es prostituta ni anda buscando hombres. Su aspecto,  por estrambótico que sea,  no puede ser menos seductor. Viste pantalones de montar, botas, blusa cerrada, casaca larga que la cubre hasta las rodillas.



Nildo le recuerda que se conocieron en Lisboa. Y esto si fue forzado, ninguno de los dos hace alusión a como acabó la fiesta de la embajada. Teresa y Nildo se van de paseo y de charla. Se pasan la noche platicando y paseando por el Parque de Maria Luisa. Teresa le da un nombre falso y le endilga su cháchara común sobre la importancia del amor libre si es que alguien cree en el amor. Al amanecer,  Teresa regresa al internado y Ramon no puede creer cuando ella le cuenta que se ha pasado la noche de tertulia con un hombre.

Angela hace otra visita al estudio de Paula. Se la ve mucho más desinhibida. Se suelta el cabello, se quita los zapatos, hasta pide ayuda para aflojarse el corsé Todo va bien hasta que en tanta ayuda, las manos de las mujeres pasan a las caricias y casi acaban en beso. Horrorizada, la maestra huye y sufre de un cambio casi bipolar. Rechaza las modificaciones de la fiesta y cancela la orquesta de jazz. Nadie la entiende.

Llega la famosa fiesta. Teresa le ha avisado a Manuela,  con un arranque de niña caprichosa, que no está de acuerdo con el baile, que se pondrá ” lo que ëncuentre”y que planea emborracharse. Yo que Manuela la encierro en su cuarto a pan y agua.  Bueno,  resulta que lo “lo que encontró para ponerse” es un vestido muy elegante, con joyas y turbante haciendo juego. . Ahora es  un poco exagerado que Teresa ande caminando como si no hubiera usado tacos en su vida, cuando en el capítulo anterior la vimos moverse con mucho garbo en la fiesta de la embajada. El pobre Ramón queda con el ojo cuadrado cuando la ve, pero a Teresa (a la que no le gustan los cumplidos)  le señala que anda con la bragueta abierta.

Angela llega con su marido, pero se lleva la sorpresa de su vida al ver llegar a Paula. Resulta que la pintora es la madre de Macarena.¿ Me van a decir que nunca se han visto en esa escuela?  Angela se pone muy nerviosa. Se les acercan Manuelita y su marido. Parece que las parejas son amigos. 


Martín es un juez, un hombre de mundo y que está para chuparse los bigotes. me suena conocida su cara. Veo en Wikipedia que es Jordi Coll, el Padrecito Gonzalo de “El Secreto de Puente Viejo”. Lo que hace un buen corte de pelo y un bigote, porque en Puente Viejo siempre parecía que se le iban a meter los pelos en la sopa.

En eso llega Nildo, la llama “Teresa” La aludida está feliz, pero sorprendida. ¿Cómo supo su nombre y donde encontrarla? Nildo se ríe. Es fácil, es la única mujer que se pasea por Sevilla en pantalones. La que se quejó de “tener que aguantar un acompañante toda la noche” ahora está encantada con el portugués. Esto no pasa desapercibido a Ramon que ya quiere ponerle los puntos sobre las ies al rival. Teresa se lleva NIido con un “¡Vamos a emborracharnos!”

La invitación a embriagarse la discutiré si me da tiempo, pero algo que me sorprende y que es parte de un presentismo que afea la serie. Hasta la Transición, España fue un país clasista, la diferencia de clases estaba más arraigada en sociedades patriarcales como la andaluza. Aquí sin embargo, a nadie le molesta la amistad de Teresa con un criado,; Ramón se dirige con familiaridad hacia Nildo a pesar de que es obvio que el portugués es de una clase superior; pero,  para mas remate, han invitado a Ramon a la fiesta.

 Ni  el que sea un criado de confianza explica que se le permita codearse con los padres de las alumnas. ¿Con quién va a bailar?¿ Con Doña Manuela?¿ Con alguna alumna?  Aunque no me parecería mal que hubiese un romance entre alguna interna y Ramón, la diferencia de edades es el gran tabú de las series “progres”.

A Tomasito Peralta la noche le ha resultado nefasta. Candela, su acompañante, le ha dado por bailar con otros y lo ha dejado abandonado. Se sienta al lado de Margarita que ha venido sola y que lo marea con una cháchara que el chico no oye. Al final la llama “Maricarmen”. En eso llega Flavia en compañía de sus padres. Comienza una serie de miraditas furtivas, sonrisitas y cuchicheos detrás de columnas.

Doña Manuela, a la que no se le escapa nada, capta esos intercambios. Tomás se va al jardín y le pide a Flavia que lo siga unos minutos después. Doña Manuela sigue a la alumna y le ataja. Le dice que ella ”no se cayó de ningún guindo” así que no pretenda engañarla. Ahora mismo va Flavia  a darle corte a Tomasito, o Doña Manuela arma medio escandalo contándole a los padres de la alumna. 




Flavia va y le dice a Tomás que no lo quiere. Vuelve llorando al salón. Tomás la sigue con cara de querer llorar. Se vuelve a sentar junto a Margarita, esta vez si recuerda su nombre y la invita bailar.


Teresa lo está pasando bien, pero levanta la mirada y ve a Roberta con cara triste observando desde la galería. Sube y la insta a bajar. Roberta se pone en plan difícil. No tiene que ponerse, no tiene acompañante, no quiere parecer solterona, todos hablarán de ella. Muerta de risa, Teresa le recuerda que ya hablan de ella. “Te vas a perder este instante precioso?” le pregunta. Le dice que baje de uniforme al menos así no irá ‘disfrazada” como las otras. No me gustó ese apelativo despectivo a las galas de las niñas. Es obvio que Roberta también querría ir “disfrazada”.  ¿Entonces cuando Teresa se viste elegantemente, también va disfrazada?

Yo creo que en su maleta  debe haberse traído algún otro disfraz  para prestarle a Roberta. Y Roberta no tendrá vestido de baile, pero seguro que tiene vestidos bonitos, o lo que llevó el año anterior. Muy forzado lo de bajar en uniforme.  Teresa se reúne con Nildo. Lo que no sabe es que mientras consolaba a  su alumna, el portugués se le metió en el cuarto, lo registró bien registrado y descubrió las fotos y el archivo bajo el colchón. Ya me parecía raro que hubiese llegado de nuevo a la vida de la maestra.

Roberta baja de uniforme y es bien recibida por sus amigas, pero su alegría cesa al ver entrar a Rafita al salón. Pretende huir, pero él la sigue. No entiende su comportamiento. Se disculpa por haber sido un patán el día de la fiesta y haberla dejado irse sola. “Eso no fue lo que pasó” solloza Roberta, pero en vez de contar lo que con tanto celo oculta, pregunta qué hace Rafa aquí. ¿Quién lo invito al baile.? Su novio le dice que fue Doña Angela para facilitarles una reconciliación. Es triste pensar que Angela actuó con buena intención.

Roberta no lo cree así. Irrumpe en el salón y apostrofa a su maestra a grito herido y enfrente de la concurrencia. Exige hablar con ella. Azorada (Angela ha dicho temprano que odia los gritos), la maestra le pide que se espere. Pero Roberta, que seguro recuerda lo que le ha dicho Teresa “(¡enfadaos!   ¡gritad!”) exige saber por qué se mete en su vida. A mí lo que me sorprende es la cobardía de la concurrencia que no acude en apoyo de Angela, pero supongo que está en shock como ella.

Desde un punto de vista moderno lo que Roberta hace es desacato a autoridad (mal que mal Angela es su maestra) y agresión verbal. Pero desde el punto de vista de entonces, Angela le hubiera podido soltar un mamporro por histérica y desubicada. En cambio,  le dice que lo dejen para otro momento. Pero Roberta sigue aullando de que Angela no debió invitar al novio.

Ya esto supera Angela que exige saber,  también enojada,  las razones para que Roberta haya mentido. Le recuerda a la estudiante que se le levantó el castigo, que se le ha permitido reintegrarse a una fiesta en la que todo se ha hecho para hacerla feliz. “Tienes una vida privilegiada “ le dice. La acusa de boicotear el baile  , de ser una consentida y una desagradecida,  de solo saber quejarse “¡te quejas, te quejas y te quejas ¡” le grita. Solo nosotros sabemos que está acusando a la alumna de su propia ingratitud. Angela se ve como una ingrata con su marido y con la vida.

Ahora el publico reacciona, las maestras le piden calma a Angela.  Manuelita le ordena a Roberta que se vaya a su cuarto. Como todos los cobardes, Roberta lloriquea. No sabe por que su maestra la agrede (la verdad duele) dice que no le ha hecho nada para que se ponga así. 

Roberta se va a llorar a su cuarto, Angela se va a llorar a la terraza. David la sigue e intenta calmarla diciéndole que no es culpa de ella. Como me ha ocurrido en “Killing Eve “y en “Disobedience”, es el marido el que me da más lástima (no que Angela no me la inspire).

Angela se va a llorar al jardín y ahí la encuentra Paula que viene a despedirse. Las dos se ven confusas, intentan establecer distancia, se nota que ninguna sabe que hacer. Angela dice que no puede tirarlo todo por la borda. “No  te lo he pedido “dice la pintora. Están a punto de besarse,  cuando sienten el ruido de pasos que se alejan. ¿Quién las habrá visto?

¿Me van a creer si les digo que no me gustó ningún vestido esta noche.? Algo que no me gusta de los  Locos 20s son los vestidos de fiesta y en este baile todas parecían vestir el mismo traje, tonos muy pálidos, variaciones del blanco, cremas, marfiles, lentejuelas, breteles. Tal vez Teresa tenía razón en lo de los disfraces, porque también vino en blanco y oro.




lunes, 28 de mayo de 2018

Voto de Confianza: La Otra Mirada Episodio 2



Teresa se desembaraza fácilmente de la Guardia Civil, pero todavía no sabemos que le ocurrió a Roberta en la fiesta de los Peralta. Sin embargo, este episodio está marcado por una elección escolar que trae a colación un precedente de un hecho histórico, y nos hace cuestionar la validez del sufragio.

Establecido el hecho de que Roberta llegó ebria a la Academia, las maestras no llaman a un médico ni  investigan que ocurrió realmente. Obvio que Roberta tampoco las informa ni nos informa de lo sucedido, pero su borrachera  no explica las rasgaduras en su vestido ni las magulladuras en la cara.

Margarita que le tiene envidia patológica a Roberta, se encarga de repartir por toda las escuela la desgracia de la compañera. Las niñas se lo cuentan a sus padres. Se arma una batahola. Los padres exigen la expulsión de Roberta y la cabeza de Teresa por haber propiciado la fuga de una alumna. 

Manuela se niega a ambos pedidos, a pesar de que la han amenazado con retirar a las niñas de la escuela. Luisa se arrebata y,  en lenguaje muy ofensivo,  reprocha a Manuelita su debilidad y la acusa de estar en ese puesto solo por los apellidos y no por méritos propios. Yo que Manuelita le suelto un bofetón. Esos no son modos de dirigirse a una jefa.

A solas, Manuelita reprocha a Teresa el haberle mentido. Teresa está realmente contrita y avergonzada, pide disculpas y promete no volver a defraudar la confianza de su amiga. La que no está abochornada, ni siquiera agradecida, es Roberta que se pone en un plan insoportable. Lo único que se le ocurre es lanzarle un proyectil en la cabeza a Margarita en plena clase. Teresa,  que está al borde de su escasa paciencia, manda a todas las alumnas (menos a Margarita) a la biblioteca copiarse la Enciclopedia Británica, o algo parecido. A solas intenta razonar con Roberta que  le responde con altanería. Admiro a la maestra por  mantener la calma y no echarle en cara todos los problemas que  Roberta ha causado a la escuela y a Teresa misma .

El único castigo que se recibe es que no hay “Hora Peralta”. Rafita,  capitaneando a sus hermanos, entra en la academia como Pedro por su casa y apostrofa a Ramón. Este con mucha finura le da una lección de modales,  ignorándolo.,  pero en cambio respondiendo con corrección y sin servilismos, a las educadas preguntas del pequeño Tomás Peralta. De todas maneras, no me parece que Los Peraltas se sientan dueños de la academia. Otro que anda por ahí sin ser invitado, es Arcadio, el hijo de Luisa.

¿Quién lo diría?  Luisa tan bully,  tan controladora, en casa es la sierva de su único hijo que la trata como si fuera su criada y hasta le quita dinero como un chulo de barrio. Cuando Angela protesta que esas no son maneras de tratar a una madre, Luisa le gruñe que no se meta en sus asuntos. Si muy gallita con las tímidas, pero con el hijo se vuelve felpudo. Interesante que muestran otra manera de como opera el machismo.

Resulta que Roberta no es la única empeñada en atrapar a un Peralta. En la noche vemos a Flavia, en camisón y descalza, encontrarse con Tomas en el patio. El Benjamín de los Peralta no entiende este verse a escondidas.¿ Acaso su ilustre apellido no les inspira confianza a los padres de la novia? Flavia  le mete un cuento chino de que sus padres desean que se aboque a los estudios. ¡Te vamos a creer! Las únicas que estudian en esa academia son Margarita y Maria  Jesús. La verdad la sabe un tal Enrique que le manda flores a Flavia, con una tarjetita en la que cuenta las horas para verla. Mm, esta nena se las trae.

Corre por Sevilla el rumor de que la misteriosa asesina de Lisboa se parece mucho a la maestra de pantalones.  Hasta las alumnas cuchichean. Doña Angela que entre regañar a la hija y al marido (que es un pan de D-s) no tiene mucho que hacer,   manda a la Guardia Civil a interrogar a Teresa. Esta se encarama en el macho y de ahí no la bajan. Nunca ha estado en Portugal, en la fecha de marras estuvo en Madrid. Los guardias, un poco lerdos, no exigen ver su pasaporte ni ninguna documentación de la maestra que acredite sus palabras. Tras su marcha, Manuelita exige saber la verdad y Teresa vuelve a mentirle. Ayyy, lo que me molesta en esta serie es que todos mienten.

Manuelita,  harta de tantas presiones y dimes y diretes, decide poner a votación su continuidad como directora de la academia. Luisa se presenta como su contrincante. Al menos, Manuelita sabe que cuenta con un voto seguro, el de Teresa y nada mas porque quiere continuar como maestra. Angela es muy sincera. Tiene cinco hijos, necesita del empleo. Si los padres retiran a las alumnas, la escuela cierra y ella queda desempleada. Votará por Luisa aunque le pese.

Ajena a todos los líos provocados, Roberta sigue empeñada en fastidiar a Margarita. Le exige que se busque otro cuarto, Margarita se niega. Roberta comienza a meter bulla para impedirle estudiar (¿Tiene cinco años esta chica?) Finalmente coge toda la ropa de Margarita y la arroja a la basura. Teresa encuentra a Margarita llorosa escarbando en el basurero. Se la lleva a su cuarto, le da agua para que se calme y tienen una conversación muy bonita.

Margarita reconoce haberse ido de lengua y se arrepiente, pero no entiende porque no la quieren si siempre trata de portarse bien. Teresa le explica que portarse bien no debe ser un medio para recibir la aprobación ajena sino que debe nacer de la persona. MM, no estoy muy segura a mi no me nace limpiar la casa y tengo que hacerlo. Yo creo que uno debe portarse bien porque es la manera más cómoda de vivir en sociedad, pero en fin, Margarita entiende. Le suplica a Teresa que no intervenga con Roberta, no quiere que la sigan viendo como “una chivata”.

Teresa la deja durmiendo en su cama y se  va a acostar en la bodega donde Ramón le ha habilitado una camita. Teresa es más exigente que yo. Pide manta, Ramon le pasa una cortina. En serio, este Ramón es el más útil del internado, y no está feo, y es muy gente. Que lástima que Teresa no lo ve como hombre, porque se está enamorando de ella.

Llega el día de los debates. Las candidatas solicitan que las alumnas sean testigos de lo que tienen que decir. Las alumnas están ahí más aburridas que Tom Hardy en la boda real, cuando Margarita se pone de pie y pide la palabra. Dice que es injusto estar ahí si ellas no son parte del proceso electoral.
Argumenta que como alumnas son quienes mas tienen derecho a decidir puesto que cada una de ellas tiene necesidades diferentes. Señala que Macarena es buena para el arte, y Maria  Jesús tiene aptitudes para las ciencias y Roberta es una líder nata. Roberta levanta el morro como un gato cuando huele una golosina. Hija, Margarita, eso sonó a coba porque yo no veo a Roberta liderando a nadie. Para ser líder hay que interesarse en los demás y la chica está centrada en sí misma.


El caso es que a Roberta se le pasa un poco la rabia y secunda la idea de Margarita de permitirles a ellas ejercer el derecho a voto. Teresa está admirada ante la audacia de Margarita. Manuelita acepta la propuesta. A Luisa se le hacen pocos los zapatos para ir a delatar a su jefa con Doña Manuela. Esta recibe la noticia con ambivalencia. Por un lado se admira del ingenio de la hija.  “Esta heredó mis genes” Por otro, la asusta que el alumnado elija a Manuelita, no porque la quieran mucho, sino porque detestan a Luisa. Hora de usar la artillería pesada.

Doña Manuela se va a buscar refuerzos de parte  del clero, Para ser sinceros, el curita no parecía muy batallador. Mas como que actuó por miedo a ser picaneado por su feligresa. Ese recordatorio de la importancia de la Familia Matin Casado en la sociedad sevillana y lo generosos que son en su diezmo a la iglesia, etc., fue lo que realmente lo empujó a actuar

Un aparte. Manuelita se apellida Martin Casado, es su apellido de soltera, pero le contó a Teresa que su apellido de casada también era Martin. ¿Está casada con el primo? (a propósito, recién nos enteramos de que Manuelita tiene marido). Me resultó muy emotivo que Manuelita dijera que no tiene nada propio, ni el hombre, ni el apellido, ni un hijo, por eso es fundamental ganar esa elección.

Bueno, que no cuente con la Iglesia, porque el párroco decide que lo peor no es quien gane, lo peor es que las niñas voten. Ese si es un pensamiento retrogrado y  poco inteligente.  En el primer capítulo, cuando Teresa andaba promoviendo el sufragio femenino en la fiesta de la embajada, un presente dijo que el voto de la mujer valía de poco puesto que siempre votarían por quien les aconsejara el marido o el párroco.

Pues suena magnifico, digo desde el punto de vista de los partidos políticos. No solo cuentan con el voto de su electorado masculino, también con el de sus esposas. En 1931, declarada la Segunda República Española, se le otorga el voto a la mujer. En las elecciones de 1933, por fin pueden votar las españolas. La ironía es que tal como temían muchos socialistas incluso mujeres como Victoria Kent que se oponian al sufragio fenenino,  arrasan los partidos conservadores. 

Se dice que el factor determinante lo tuvieron señoras que votaban por la derecha aconsejadas por sus confesores y por los hombres de su familia. En estructo rigor de la verdasd,  la mujer conservadora no era un mero titere y comenzaba a representar  una fuerza politica en los partidos de derecha.

En fin, los padres prohíben a las hijas que participen en la elección. Luisa siente que ya ha ganado, pero viene su nene a echarle un balde de agua fría en la cabeza. ¿Mami quiere que Arcadio trabaje? Entonces que le consiga un empleo en la Academia cuando sea directora. Luisa es demasiado honesta e inteligente para no reconocer que Arcadio en el internado es como meter una culebra en un gallinero.


Llaga el momento de la votación. Votan las maestras. Alumnas como Flavia obedecen a sus padres y se abstienen. Al final solo votan siete alumnas: entre ellas  Candela que desobedece las ordenes de sus padres; Maria de Jesús a la que le hace ilusión ser la primera mujer de su familia de poder votar; y Roberta y Margarita. Las rivales han hecho las paces y votan no por confiar en Manuelita, o porque detesten  a Luisa. Se han dado cuenta en el lio que han metido a Teresa y se sienten con el deber de reparar su error, pero también desean que la nueva maestra no las abandone.

El caso de Macarena es más complicado. Ella no vota aunque su madre no se lo ha prohibido. Pasa que no cree en el proceso electoral. Su decisión es la que más me impresiona. Aunque todavía aprecio lo que la democracia me ofrece, siento que mi voto vale hongo y en los últimos tres años que pasé en Chile, no ejercí mi derecho.  No admiro ni la actitud de Macarena ni la mía, pero lo cierto es que el sufragio a veces es inútil, lo acabamos de ver en Venezuela. Yo vine a votar de adulta, puesto que mi juventud la pase en un país que no era el mío. Vine a votar a los 38 años y mi primer voto fue nulo porque no doblé bien el papelito.



 Con los años vine a ver que era importante votar en las elecciones locales, por alguien cuyas acciones realmente te representaban y te afectaban positivamente. ¿Pero votar por senadores, diputados y concejales?  ¿Quiénes son esos? Al final una vota al más conocido (como yo que siempre votaba por la madrina de bodas de mis padres) o por el amigo o pariente de un amigo. Yo todavía no puedo creer que haya votado por el Almirante Arancibia (nomás porque era marino) ¿qué hizo por mí?  Y todavía no puedo creer que una vez voté por un Chaguan(y que haya ganado el muy…)

A mí me gusta decir que apenas me haga ( D-s mediante) ciudadana de los United States, voy a correr a votar. ¿Lo hare? Aquí también se cuecen habas. Y es que el proceso está mal hecho.  Primero, a los novatos no se les enseñan minucias como qué tipo de raya deben hacer para indicar al candidato. Después están todos esos dobleces.¿ Fue siempre el voto así, sujeto a puerilidades que te lo puedan nulificar tan fácilmente?  Para cuando me tocó votar por primea vez, yo estaba como un bebé de ignorante.  No había visto en mi vida una balota, creía que era una pelota.

Luego eso de que tengas que votar en un lugar especifico que puede estar a millas de distancia. En Chile, tienes que votar en la misma ciudad donde te inscribiste. Ahora por lo menos puedes cambiar tu inscripción, pero si te olvidaste, te pasaste la fecha límite, o simplemente no conocías el proceso, tienes que hacer todo un viaje. Yo recuerdo de pequeña que mi institutriz que era alemana de Puerto Varas, para cada elección tenía que hacer las maletas para ir al Sur. Sinceramente, yo creo que en el siglo 21 debería poder votarse por internet.

Volviendo a la serie. Terminada la votación, da comienzo el conteo. Va ganando Luisa, pero su decencia se sobrepone a su ambición. Se pone de pie y anuncia que  retira su candidatura. Un rato más tarde, Angela la encuentra llorando en la capilla. Es a la única a quien Luisa confesará sus razones para desistir de una contienda que llevaba ganada.


Teresa felicita a Manuelita, pero está no se siente satisfecha. Cree que mas que nunca su puesto estará en entredicho. Lo mas triste es que los padres cumplen con su amenaza y retiran a muchas niñas de la escuela.

Mejor vestuario de la noche
En el Factor Pantalones, Teresa usa un guardapolvos color salmón muy llamativo, sobre una blusa blanca con original escote. Me encantan las blusas de Teresa.


Al final,  aparece en pantalones de franela blanca y un gigantesco jersey. Está para jugar en el equipo de cricket de la Abadía de Downton.

(ITV)

El vestido de la noche  para mi es esta sencilla túnica negra de Angela. Hay que tener el cuerpo de Cecilia Freire, porque es un diseño complicado que volvió a ponerse de moda en los 80s y que combina hombros anchos con una línea recta que va aflautándose al pasar la cintura y acaba casi ceñido a la piel. El l frente es muy sencillo, pinzas en los hombros hasta el busto, cuello en V, y Angela le ha dado un leve toque de color con un prendedor.



 Otro detalle muy original es que en la cintura van detalles que dan la impresión de una falsa chaqueta, pero el motivo esta presente solamente en la delantera. En esta visión de la espalda de Angela podemos apreciar todo el diseño.


jueves, 24 de mayo de 2018

Tabaco, Pantalones y Jazz: La Otra Mirada. Capítulo 1



En la euforia del #MeToo, las series de televisión que traten temas femeninos se han colgado del movimiento para vender sus productos. Esta fiebre mitutera nos ha traído una cantidad de series este 2018: desde “The Handmaiden’s Tale” hasta “Killing Eve”; desde “Vida” hasta la nueva versión de Mujercitas. Por eso cuando me hablaron de “la Otra Mirada”, bostecé. ¿Internado de señoritas sevillano en los 20s? Seguro que habría mucho sexo de todos los tipos y mucha declaración faux feminista soltada entre bocanadas de humo, que parece que el siglo XXI se ha olvidado que el cigarrillo hace mal a la salud. Niñas y Niños , me equivoqué. Felicitaciones a RTVE por mandarse una serie tan equilibrada, tan hermosa visualmente hablando, y tan interesante.

Yo creía que,  en el periodo de entreguerras, a las elites femeninas españolas las educaban las monjas y a lo más,  las mandarían a algún convento en Italia o a un internado suizo. Pero parece que eso era aplicable solo a la nobleza. La Academia de Señoritas de Doña Manuela Casado García (Gloria Muñoz) está dedicada a preparar adolescentes de la alta burguesía para que se casen con grandes partidos,  con gente como Los Peralta que tampoco son condes o marqueses, sino hijos de caciques andaluces.

La historia comienza en 1920. Doña Manuela ha decidido retirarse y dejar la institución en las manos de su única hija, Manuela (para evitar confusiones me referiré a esta última como Manuelita) Interpretada por Macarena García. Manuelita parece un anuncio de la perfecta española de entonces, pero hay dos características en su personalidad que la convierten en rebelde, a pesar de que muy sutilmente las sabe ocultar. Una es el deseo de desligarse de la sombra materna (difícil,  si hasta el nombre tienen en común y Doña Manuela pisa pesado). La otra es un deseo aun no formulado en palabras de dar a sus alumnas una educación mejor que la necesaria para atrapar un buen partido.


El problema es que Manuelita es joven e inexperta. Es fácil atropellar su autoridad. Para alguien como Luisa (Ana Wegener), la docente más antigua de la institución, Manuelita es una novata que necesita que la guíen. Luisa es parte del triunvirato que maneja la escuela. La tercera es Angela (Cecilia Freire), la maestra de etiqueta. Una mujer muy dulce,  de sonrisa rápida,  y ojos que desde el primer capitulo,  piden auxilio. Le tiene miedo a Luisa y en ella no se puede confiar. Es entonces que a Manuela se le ocurre agregar al comité y al profesorado a una nueva maestra.

Teresa Blanco (Patricia López Arnaiz) llega a solicitar empleo a la academia sin referencias, sin diplomas, en pantalones de montar y con mucho tupé y muchos ovarios. Para Manuelita es perfecta. La persona que puede ayudarla a efectuar cambios con los que no se atreve ni a soñar, la con las garras suficientes para enfrentarse a Luisa. Teresa solamente con su vestuario escandaloso, su labial carmesí, sus cigarrillos egipcios y su permanente parisina,  provoca tanta curiosidad y habladuría que nadie gastará tiempo criticando o vigilando los pasos de Manuelita, o eso cree esta última.


Les he hablado de las maestras, pero las estudiantes son lo principal, y sus padres que tienen tanto poder o más que Manuelita . Consejo para docentes, si van a enseñar en escuela privada húyanle a las que son manejadas por padres y apoderados. Pronto vamos conociendo a las chicas. Macarena(Paula de la Nieta) y Candela (Elena Gallardo)  las más sensatas; Maria de Jesús, (Abril Montilla) acomplejada por su estatura; la soñadora Flavia(Carla Campra); y Margarita (Lucía Diez) cuyo único propósito parece ser envidiar lo que tiene Roberta Luna (Begoña Vargas ).

El que Roberta sea la reina de la clase  (o “la abeja reina” como una compañera anónima la describe) es una sorpresa incluso para ella. Le cuenta a Teresa que no sabe cómo ocurrió, que tal vez porque se atrevió a enfrentarse a Doña Luisa, pero ha aceptado un cetro que ni buscó ni rechazó. Lo extraño que Roberta es nadie, no tiene un gran nombre ni fortuna. Sus padres jamás vienen a visitarla.

 Margarita tiene mas apellidos y mejores notas que Roberta y sin embargo es siempre la segunda. No se que me pasa, pero en este cuento prefiero y entiendo a Margarita más que a Roberta. Quizás porque cuando Margarita pudo hacer pedazos a su rival acusándola de haberse escapado de la escuela unas horas antes de la representación escolar ,  prefirió hacer algo mas útil. Ofrecerse a reemplazar a Roberta en el protagónico de Casa de Muñecas.  Pasado un ataque de pánico escénico, Margarita se desempeñó soberbiamente en el escenario. Espero que en el futuro Teresa la empuje a buscar su destino en las tablas, en vez de estar ahí de ofrecida, recogiendo las migajas que deja caer Roberta.

A juzgar por el tipo de disciplinas que se le inculca al alumnado (comportamiento, etiqueta, historia del arte, literatura) eso es lo que los gringos llaman una finíshing school.  Aquí no vemos estudiantes en laboratorios o gimnasio, ni siquiera aprendiendo geografía. Esto no es el Instituto de Libre Enseñanza, aquí la enseñanza es para atrapar marido. Esta actividad queda ejemplarizada por “la Hora Peralta”, el momento del día en que Los Hermanos Peralta, a lo Khal Drogo, se estacionan enfrente de la escuela a revisar el ganado de estudiantes y ver cual de ellas les place.


Como nota Teresa, es un ritual degradante porque las chicas ‘se asilvestran’,  como lo describe Angela,  y corren jadeantes y babeando a ver si enganchan los que parecen ser los príncipes Harris de Sevilla. La única que se queda sentada en un banco es Roberta. Ella no se degrada porque ya tiene agarrado (o eso cree) a Rafita (José Pastor) , el mayor de los Peralta.

Teresa no da crédito a como la escuela fomenta este tipo de feria de ganado donde la mercancía son las alumnas. Empeñada en conquistar y ayudar al alumnado, Teresa  toma medidas poco ortodoxas que  funcionan solo en la ficción (lo digo porque yo las implanté una vez con resultados nefastos). Les dice a las niñas que la tuteen y la traten por el nombre, las hace sentarse en semi circulo para que todas se vean las caras. Finalmente, les da la oportunidad de quejarse por escrito,  pero anónimamente.

 Acabado el eperimento,Teresa hace que Maria de Jesús lea en voz alta lo que las niñas quieren decir. Ahí arde Troya. Aunque las quejas van desde la obra que están poniendo hasta las maestras, la mayoría destila veneno en contra de Roberta quien reacciona con un llanto enfurecido:  “¡Sois unas falsas!” les grita. Teresa no sabe dónde meterse, Luisa se da el gusto de regañarla, hasta Manuelita está incomoda. Pero Teresa ha sacado algo en limpio.


Las alumnas están desmotivadas y nada las desmotiva mas que poner en escena por enésima vez El Burlador de Sevilla.  Cuando Teresa pregunta la razón para escoger siempre esa pieza, Candela responde que es por su mensaje moralista de como las mujeres, ellas incluidas, deben cuidarse de los Donjuanes. Como siempre, Roberta mete baza y dice que el mensaje es superfluo puesto que ellas no son unas “lerdas” que caigan con cualquiera. Resulta conmovedor que tanto Teresa como Roberta evidencien esa ingenuidad arrogante puesto que ambas “caerán” como las victimas del Tenorio.

Manuela coloca a Teresa a cargo de la representación, quitándole el cargo a Angela que lo ha ejercido por años. A Angela como siempre no le queda más remedio que sonreír y aceptar. Teresa y las niñas deciden montar Casa de Muñecas. Obvio que no le avisan ni a Manuela, ni a las maestras, ni a los padres que vienen creyendo que presenciarán de nuevo la obra de Tirso.

Rafita le hace saber a la novia que le ha preparado una fiestecita privada en su cortijo. ¡Qué amable! Justo el día en que la novia debuta en una obra de Ibsen, pero Roberta tiene sus propias prioridades. Le endilga un cuento chino a Teresa que va  donde los Peralta a buscar joyas para el vestuario. Teresa le niega el permiso, Roberta insiste y se gana a la maestra por cansancio (al menos la mía fue más honesta y pidió quince minutos para ir a ver al novio en la heladería de la esquina).


Muy emperifollada, Roberta va al cortijo. No están ni los padres de Los Peralta, ni hay personas mayores que sirvan de carabina. Solo Rafita, hermanos y amigotes, un guitarrista y una bailarina de flamenco. Roberta bebe, se emborracha,  se pone a dar zapatazos en el tablao. Los chicos la miran, se ríen, le sacan fotografías. Ya esto huele a Manada. De pronto, como Cenicienta, Roberta se da cuenta que tiene un compromiso en otro lado. El imbécil de Rafa, no quiere llevarla, y Roberta emprende un camino largo, trastabillando, beoda, y al caer la tarde.

A la mañana siguiente, llega Roberta a la escuela con magulladuras en el rostro, el vestido roto y descalza. Ramón (Juanlu Torres) , el criado de la academia, la encuentra desmayada en la entrada y con un tufo a alcohol que tira de espaldas. Teresa no puede decir nada, porque además de estar en capilla por lo de la obra y la escapada de la alumna, en el periódico matutino aparece un retrato hablado de la asesina del embajador español en Portugal, y ese retrato es igualito al de la mujer de pantalones.

He dejado para el final el tema menos interesante y peor llevado de la trama. “La Otra Mirada” no comienza ni en la Academia, ni en Sevilla. Inicia en Lisboa, en una fiesta en la embajada española. Teresa, sin pantalones, enfundada en la última  moda de París,  bebe champaña y da lecciones feministas a un grupo de hombres que solo quieren zambullirla en la cama. Entre ellos Nildo (Filipe Duarte, el Manuel Da Silva de “El Tiempo entre Costuras”.

No sabemos que pasa después, pero una pareja descubre al embajador (un viejito) asesinado y a su lado con cuchillo ensangrentado en mano a Teresa. Esta huye, y evade  a la policía lisboeta que es más chambona que los Keystone Cops. A ver, ¿ me van a decir que cualquiera puede colarse a las fiestas de la embajada?  Seguro que Teresa estaba en la lista de invitados  sería fácil buscarla. Ni que fuera Villanelle, una sicaria profesional.


Hay quienes se han quejado de que la trama es rocambolesca y esto es a lo que aluden. Si me persigue la policía portuguesa, yo agarro el primer barco y me voy a La Habana, a Angola o Las Filipinas. No me voy a Sevilla. Ahora, parece que Teresa se fue a Sevilla a investigar quien es Roberta Luna cuyo nombre aparecía en un sobre encontrado al lado del muerto. Bueno,  pero si yo voy a investigar a alguien y más encima soy prófuga de la justicia, me cambio el nombre, me tiño el cabello, me pongo lentes, no ando en pantalones y en una nube de humo entremedio de mujeres de falda.

Otra queja de fans es que la trama es un poco lenta. En realidad, noto una asimetría en el paso del argumento. Ocurren muchas cosas en cada episodio, pero o surgen enigmas que hasta hoy no han tenido solución (ej. ¿Qué hacía Teresa en la fiesta de la embajada?  ¿Quién es el famoso Enrique que le manda flores a Flavia?) o se deja estar un misterio por varios capítulos como lo que le ocurrió a Roberta en la fiesta Peralta. Llegada a la academia, Teresa se escamoteó  el dossier de Roberta de los archivos escolares. Todavía no sabemos con qué propósito, pero el cartapacio está debajo del colchón de la maestra. ¿Me van a decir que nadie en dirección se ha dado cuenta de la ausencia de esos papeles?

Pero sinceramente, si te gusta la serie, esos errores te los metes en el bolsillo. Se olvidan porque los personajes son tan queribles, porque desde un punto de vista visual la serie es una belleza, porque la trama por dislocada que sea te hace pensar, porque hasta la banda sonora está bien cuidada. Aparte de  algunas expresiones modernas en los diálogos y su toquecito de presentismo del  cual el period piece contemporáneo no puede huir, “La Otra Mirada” se siente de otra época.

Hablar de estética en “la Otra Mirada” es hablar de vestuario. Desde “Downton Abbey ”no me daba tal hartazgo de modelitos. No se puede hablar en términos de ropa sin detenernos primero en el personaje de Teresa y sus pantalones. Aunque causa revuelo ver a una mujer empantalonada, no es tampoco algo de otro mundo. En 1920, muchas mujeres adoptaban atuendo de varón.


En el siglo xix, George Sand y Sarah Bernhard en Francia se paseaban por los Campos Elíseos en atuendo varonil. Otro tanto haría Concepción Arenal en España. La Primera Guerra Mundial forzó a las mujeres a reemplazar a los varones, ahora en el campo de batalla, en labores donde el pantalón era más cómodo. Para 1918, en los Estados Unidos, la firma Levi Strauss  promocionaba pantalones para damas para practicar deportes y ratos de asueto.


En los deportes las damas encontraban que las faldas estorbaban sobre todo en la equitación. Ahora las mujeres montaban a horcajadas  y para eso mejor un pantalón que las más pudorosas cubrirían con abrigos largos o una especie de pareo que en inglés se conocía como  apron(delantal). Recordemos lo escandalizado que está Lord Grantham cuando ve a Lady Mary en pantalones para ir de cacería.

Teresa llegó a la academia en pantalones de montar (solo que el caballo se le quedó en la frontera) y los sigue usando con blusas, camisas masculinas, gabardinas y jerséis que estaban muy de moda, pero también muestra otro tipo de pantalones. En los 20s, Coco Chanel puso de moda para la playa y para excursiones náuticas, un tipo de pantalón muy ancho, a veces de lino, a veces de telas más ligeras. Hoy se conocen como “palazzos” . Curiosamente, Chanel los inventó para las mujeres que no querían exhibirse en trajes de baño,  pero querían disfrutar del sol.

En este primer episodio hemos visto a Teresa en palazzos de seda negra con preciosa blusa de encajes cubierta con un kimono de diseño abigarrado. Recuerda los pantalones de Miss Fisher también muy amplios .

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Phryne Fisher

En otra ocasión, la nueva maestra luce estos pantalones un poco chaplinescos que nos les eran desconocidos a las españolas puesto que las “faldas-pantalones” ya habían causado polémica en la Península aun antes de la Primera Guerra Mundial. Todo comenzó con Monsieur Poiret el gran modisto de la Belle Epoque que se le ocurrió inventar las jupe culottes y también los pantalones harem. Vimos estos últimos en” Downton Abbey” cuando los modeló Lady Sibil.

Las jupe culottes entraron en España en 1911 y recibieron críticas, insultos callejeros y hasta alguna pedrada en Madrid. Lo extraño es que en Asturias si fueron muy apreciados, por lo que los asturianos se burlaron de los madrileños que eran tan pacatos e ignorantes. Teresa resucita la “falda pantalón “en un tono humo que combina con chaqueta corta, al parecer de pana, y un pañuelo muy bohemio que usa a guisa de corbata.

Para ser franca no soy de pantalones. Sufrí mucho en mi infancia y adolescencia cuando tuve que usarlos. De hecho, un método de castigo de mi madre era esconder mis faldas y mandarme en jeans a la escuela. Me encantó que me pusieran en una escuela judía porque ahí los pantalones estaban prohibidos. Pero el que privilegie faldas y vestidos no me ciega a que una realidad del Siglo XXi es que las mujeres prefieren, se sienten más cómodas y más guapas en pantalones, y ciertamente se ven bien.

Lo que es yo, aun cuando era mas delgada, nunca me sentí YO en pantalones. Dicho esto, prefiero las faldas de la serie, y en este capítulo me quedé con el tailleur azul de Manuelita (no el sombrero que parece que fue víctima de una gaviota con diarrea). Es un estilo que se volvió a usar en los 80s y tuve u no parecido solo que la falda era en otro tono.